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Viernes, 12 Febrero 2021 09:27

GESTIONAR MIS EMOCIONES, GESTIONAR MI VIDA

Dice J. Garriga que “La gestión de la realidad y de nuestra vida exige elecciones constantes, pasos decididos. No es posible no implicarse en la vida, zafarse de la misma. No podemos elegir todo lo que vivimos pero sí la actitud que tomamos ante ello”.

Estar en PAZ contigo misma y tener una buena salud emocional, es imprescindible. Regalarnos tiempo, atención y un espacio propio donde refugiarnos. Es como introducirnos en el hueco de un árbol para tomar contacto con nuestras raíces, ahí donde reencontrarnos casi en posición fetal, para nutrirnos y permitir que nuestras hojas, nuestras ramas, crezcan altas y libres.

Gestionar nuestras emociones significa que somos capaces de reconocerlas, regularlas y utilizarlas de manera estratégica, permitiendo una maravillosa relación con nosotras mismas y con los demás.

Es importante no identificarnos con nuestras emociones, ya que seremos dominadas por ellas, y por tanto, no podremos ver con claridad y comprender cómo es nuestra realidad y cómo podemos vivirla con acierto y plenitud.

Lograr que las emociones sean una ayuda, requiere que modifiquemos nuestra forma de relacionarnos con ellas. Entender cual es su función.

La comprensión de las emociones, tanto en los otros como en nosotras mismas, es lo que nos va a permitir desarrollar la habilidad de convertirlas en un aliado, en lugar de sufrirlas como a un enemigo.

Estaremos autogestionando nuestras emociones si logramos transformarlas y encauzar su energía. Entonces seremos capaces de articular una respuesta integradora y apropiada a la situación que las origina.

No existen emociones buenas y malas, positivas y negativas, ya que todas son nuestras, todas forman parte de nuestro SER. Sin embargo, sí hay emociones “difíciles”, que nos cuesta más trabajo gestionar, que interfieren en nuestro equilibrio y nos hace la vida más “complicadita”.

Cuando reconozcamos alguna de estas emociones, te propongo estos TIPS:

 

  1. PÁRATE: Detente y concédete tiempo para reflexionar y para valorar lo que está sucediendo en tu mundo interior. Así interrumpimos la cadena de condicionamientos y creamos la posibilidad de responder de manera distinta.

  2. RESPIRA HONDO. Lleva la atención a la respiración y a aquellas zonas del cuerpo donde se manifieste la emoción. Te haces presente en la emoción que estás atravesando.

  3. TOMA CONCIENCIA. Familiarízate con todos los aspectos posibles de la emoción que estás viviendo: qué situación es capaz de desencadenar esa emoción, qué persona la provoca, qué frase o pensamiento, qué recuerdo,...identifica de qué emoción se trata y dale un nombre (rabia, miedo, tristeza, vergüenza, asco...). Cuando la etiquetas, pierde fuerza. Luego puedes decirte: si la emoción hablara, ¿qué diría?, ¿qué necesidad revelaría?, ¿qué me impulsa a hacer? Observa sin juzgar todo el proceso mental y corporal.

  4. ACEPTA LA EXPERIENICIA. Observa la emoción sin oponer resistencia, que sea tal cual es. Al principio sentirás aversión, pero si en lugar de poner en marcha los mecanismos de defensa y evitación, permites que la emoción se manifieste, le estás dando espacio y reconociendo como una parte de tu realidad.

  5. DATE CARIÑO. No te dejes llevar por sentimientos de dolor o impotencia. Siempre habrá una parte de ti que quiere quedarse ahí apalancada, que desea que el tiempo se detenga. Si te dejas llevar por esa tendencia, te quedarás atascada (si pasa, respirar profundamente). Luego, conecta con la parte de tí que puede funcionar como fuente de amor y ternura. Te puede ayudar acudir a una figura externa (amigo, maestro, familiar,...). Encuentra esa fuente de amor y de cariño que te alivie la angustia. Proporciónate amor y ternura, deséate el bien, la felicidad, la salud y la paz: “que yo sea feliz, que se me pase este sufrimiento, que encuentre la paz”. Reconócete como un ser digno de ser querido.

  6. SUELTA. Cuando haya amainado, comienza a desidentificarte de ella: “Yo tengo esta emoción, pero no soy la emoción”. Si creas espacio en tu interior (a través de la aceptación), verás que la emoción no puede ocupar más que una pequeña parte del espacio global. No hay razón para retener la emoción que nos hace daño.

  7. ACTÚA. Date tiempo en lugar de actuar con precipitación. Aprovecha las circunstancias de la emoción, para mantenerte “presente” en la experiencia. Sé conscientes de lo que pasa, pero sin identificarte con lo que pasa. En esto consiste el estado de presencia. Te encuentras presente en la emoción, pero no te pierdes en ella. 

ENTONCES...

Acepta cualquier cosa que contenga el momento presente como si la hubieras elegido. Acepta; y después actúa. Trabajar siempre a favor del momento, no contra él. Haz del presente tu amigo y aliado, no tu enemigo”. - El poder del ahora: E. Tolle -

Publicado en AUTORRELATOS

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