Como en la película de Jim Sheridan, “Mi pie izquierdo”, siento que esa parte de mi cuerpo es la que cobra vida, la verdaderamente viva y verdaderamente muerta; verdaderamente enferma, pero la que tira de mi. Durante el día, duele. Durante la noche, anhela. En las vigilias, siente. En el sueño, hace sentir. Mi parte femenina se debate en una…